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jueves, 25 de noviembre de 2010

Probadita ortográfica

Como buenos comensales -por favor, no pregunten por qué siempre le doy un toque comestible a las cuestiones que trato-, traigo un tópico que aunque para unos es totalmente trivial -porque afortunadamente hacen de esta disciplina algo rutinario-, para otros es un tema que más bien les ha dado por llamar "drama" -por su falta de práctica y supuesta dificultad-, y para unos pocos venturosos implica un verdadero arte que revitaliza las usos, costumbres, maneras y tradiciones que conlleva saber escribir como todo un erudito, si no bien al menos, no tener errores de ortografía. Es sin duda una ambrosía del buen gusto.
Hace un par de años alguien me dijo: "No cabe duda que escribir correctamente día a día se convertirá en una cuestión cada vez mejor cotizada" y aunque para mí es de gran interés -dicho esto de manera humilde y aceptando que debo mejorar, pero con toda la ambición de conseguirlo-, tristemente encuentro que así es; escribir bien se ha convertido en negocio bien pagado porque ejecutivos y empresarios, ingenieros, abogados, nadie se salva de querer tomar un curso de Ortografía y Redacción, que no es malo, si únicamente se tratara de elevar el nivel que ya se tiene, pero sí lo es, si el fin es que un texto propio parezca por lo menos decente.
Pensando en ello y tomando en cuenta los estados de estupefacción por los que atravesé últimamente al ver las increíblemente obvias faltas de ortografía de muchas personas de los rangos antes mencionados, decidí que aunque a algunos les molesten mis comentarios, haré todo lo posible por dejar constancia de que pertenezco a la Ortopolicía (Policía de la Ortografía) y que vigilaré, por respeto a mí misma, los errores ortográficos propios y ajenos que me crucen por delante...
Me resuenan las palabras de una amiga: "esto es solo el messenger!!!" pero bien dice un instructor maravilloso que conozco "no hay que escribir mejor de lo que uno habla, mejor aprende a hablar correctamente y entonces escribe como hablas." Y tomando en cuenta esa recomendación, me tomaré un tiempito para anotar de vez en vez ciertos errores ortográficos, pero solo aquellos que son los más comunes, de los que yo he encontrado en la cotidianidad de las pláticas en el messenger, para que esto no se vuelva tan tedioso.
Y bien, después de mi breve "testamento", aquí les dejo el primero:
Los Hay, los Ay y los Ahí
1. "Hay" proviene del verbo Haber. Ejemplo "Hay cinco panes en esa cesta" -lo dicho, siempre tengo que sacar a colación la comida-.

2. "Ay" es una expresión de emoción, sensación o sentimiento. Ejemplo "¡Ay, me quemé!"

3. "Ahí" es un adverbio (adverbio= califica al verbo, ejemplo: Mi tía llegó lentamente) y significa "en ese lugar." Ejemplo: "Mi tía dejó su saco ahí"

Por favor, ¡por favor! nunca pongan algo como "Hay! cómo sufro!" ó "Ahí! me duele" Eso es incorrecto, en todo caso, y señalando el área dolorida, tal vez un "Ahí me duele, en el tobillo"

Les mando un saludo y seguimos con las tijeras de las Probaditas ortográficas.

sábado, 13 de noviembre de 2010

La leyenda de Rosmunda

Ok no pelen mucho las imágenes del video, pero si la música :) espero que les guste. ATte Der töte Harlekin



Rosmunda, reina de los lombardos, era esposa de Alboíno. Mas no era el amor lo que los unía, sino el derecho del vencedor, ya que Alboíno había matado al padre de Rosmunda. Tristes fueron los esponsales, pues el cruel Alboíno, sin respetar el dolor de Rosmunda, obligó a ésta a que bebiera en el cráneo de su propio padre. Y desde este momento, en el alma de la hija del asesinado no hubo lugar sino para un inmenso odio y para el propósito de lograr la venganza.
Había en la corte de Alboíno un apuesto escudero llamado Helmichis, amado, por sus bellas cualidades, por todas las damas. Un día, paseando por un jardín del palacio, vio caer a sus pies un billete. Lo abrió y leyó unas líneas sin firmar, en las que le pedía una dama que aquella noche esperase antes de las doce en aquel mismo sitio. Helmichis, intrigado, acudió a la cita y encontró a una desconocida, que lo condujo a una cámara del palacio, en donde se le entregó. Enorme sorpresa fue la del escudero cuando ella se dio a conocer, revelándole, además, su propósito de matar a Alboíno y exigiéndole su ayuda. Horrorizado, el doncel se negó rotundamente a ello, invocando la fidelidad que debía a su señor. Mas Rosmunda, riendo, le dijo: «¿Y qué pensará vuestro señor de esa fidelidad que invocáis cuando sepa que habéis tomado a su esposa?» Y Helmichis comprendió qué había caído en un lazo; pero, decidido por la amenaza de la Reina, y además por la belleza de la misma, aceptó.
Pocos días después Helmichis compró a unos asesinos, y éstos, guiados por él, penetraron de improviso en la cámara de Alboíno, y, hallándole indefenso, le mataron sin piedad. Inmediatamente, Helmichis avisó a Rosmunda y ambos huyeron, tras haber robado el tesoro real. Y, cabalgando sin descanso, llegaron a Ravena, en donde su Exarca les concedió hospitalidad.
Longino, que así se llamaba el Exarca, se enamoró de Rosmunda, e, impulsado por su pasión, le propuso que fuese su esposa. La malvada Reina, llena de ambición, aceptó. Después de que lo hubo hecho, meditaba cómo podría deshacerse del antiguo escudero, hasta que al fin determinó envenenarlo. Un día, cuando su cómplice estaba en el baño, Rosmunda preparó un brebaje en una copa, y al salir Helmichis y tenderse a descansar, se la ofreció sonriente, diciendo: «Bebe para reparar tus fuerzas.» Él, complacido, tomó el vaso y, brindando a su amante, injirió la bebida. Pero pronto el veneno comenzó a obrar y el joven, en medio de los dolores que le atenazaban, comprendió que había sido envenenado, y pidió a ella que bebiera también. Ella rehusó y quiso huir; pero él, obligándola con la espada, hizo que bebiera. Y así murieron los dos.
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