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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Siete esqueletos decapitados

Continuando con lo del miedo que puedas soportar.
Pues bien, en vista del fracaso de mis acertijos pues no me queda mas que revelarselos ya y comentarles el por qué de ellos.

La respuesta al primer acertijo es: El veterinario

Lo explico: Se da a entender que el rey vio competir a una llegua y por eso se enamoró de ella, ambos hacían gala de su sangre pura o pura sangre, y generalmente cuando un caballo se rompe una pata lo sacrifican, así que quien mató a la Duquesa en realidad fue un veterinario.

Ahora si, a lo que te truje chencha!, ¿cuánto miedo puedes soportar?
La respuesta al primer acertijo y a este lo pueden encontrar en "Siete esqueletos decapitados" de Antonio Malpica, quien con este libro forma parte de la colección "el lado oscuro" de la editorial Océano que es iniciada precisamente con esa frase "¿cuánto miedo puedes soportar?", y del cual por ser nuevo preferiría no revelar mucho, sin embargo si les puedo decir que si lo que quieren es un libro de terror atrapante, este es el que están buscando, además de que por cierto, el autor es mexicano y aunque el relato habla un poco sobre mitología griega, la historia se desarrolla aquí, siiiii! pero creanme que no es una cageteada como la de Cañitas, después de todo es intrépido y terminas encariñandote con el protagonista.

En fin, pues ahí les dejo la recomendación sobre este título y los demás de la colección "el lado oscuro" de Océano, ya que he podido leer alguno que otro y están muy buenos.

Saludos

martes, 8 de septiembre de 2009

Wir Atomkinder




Hola, soy yo de nuevo.

Hoy quiero compartir un texto de una revista que se publicó en 1963, fué escrito por uno de los artistas mas grandes de la actualidad: nada mas y nada menos que H. R. Giger. Sin embargo, no es mi intención atascar este sitio con imagenes y comentarios de tan admirado artista (por lo menos por mi) y de verdad les juro que lo mencionaré en pocas ocaciones para no aburrirlos.
Comenzamos!!!


Nosotros niños atómicos

Les estamos agradecidos a nuestros progenitores,
que durante el gran boom
y siguiendo el reglamento atómico suizo
se tiraron al piso de acuerdo a sus reflejos
y muy educadamente contaron hasta quince,
pues de lo contrario no existiríamos.

Nosotros, los niños atómicos, no queremos moralizar,
a nadie queremos recriminar;
simplemente queremos,
que ustedes se acostumbren a nosotros y aprendan a
querernos.

Sólo que no podemos garantizarles nada,
pues tan pronto seamos mayoría,
ustedes serán los anormales
y quizá tengan que sufrir por eso.

H. R. Giger.

martes, 1 de septiembre de 2009

El libro que no leí

Cansada de estar, de haber leido, cansada de sentir esas notas profundas en mis oidos.
Hastiada al tope de mis recuerdos, en la vejez cada dulce pierde su sabor, y las palabras que como olas llegan a mi desde un rincón en la memoria...

--Hazme un poema por favor.

Siempre había querido colmar a un ser muy afectivo de todo lo que escribo.

¡Vamos!, nunca fui muy femenina, las lindas frases de supuestos amantes no hacían mella en mí, porque nunca tuve mi corazón en pasajera ilusión juvenil, pero...

--¡Ándale! ¿qué te cuesta? Escríbeme un poema.

Bajo las llemas de mis dedos intermitentes se recreaban los párrafos y versos, porque nunca fui muy sensible, no podía decir "Te amo" tan facilmente, y sin embargo yo le escribí, pero...

--Siempre quise una canción o un poema.

La joven de sueve piel y risueña, con una estrella en cada ojo siempre me abrazó, siempre me besó y siempre dio todo de si, pero...

--Si empiezas, poco a poco tomará forma, no es difícil hacerme un poema.

Ella solo recitaba poemas ya escritos, cantaba melodías ya compuestas, dibujaba solo para sí mísma y cuando era para mí, de nuevo no había sido su autora ella.

Años... Largos y tediosos años, viviendo si y, tal vez amando pero, cada vez más las voces se iban apagando.

--¿No sientes a veces ganas de escribir?

Un paso atrás una vez más, tras el bastidor de sus creaciones fui hayando mi lugar.

Hoy ha llegado a mis manos un amplio y pesado sobre con un contenido de ultratumba, escalofriante "Poemario para Claudia". Hojas y hojas secas con olor a tiempo y un poco amarillentas, en cada una mi nombre remarcado entre miles de letras.

Esa mujer lejos de ser un hada, un limpio duende de mis noches, se ha convertido en una burla macabra que lo que nunca en vida, ahora desde la tumba declama.

Podría beberme entero el mundo en los miles de millones de páginas de cada escrito, pero juro que de ese que tengo al corazón tan profundamente enlazado lo aparto hasta siempre, lo echo en su lóbrego costado mientras cierran la última puerta que su cuerpo verá abierta.
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